Recientemente
terminé un proyecto de interiores que me dio mucha satisfacción personal y en
el que disfruté muchísimo. Se trata del
Boutique Hotel Atiq, en la ciudad del Cusco.
Representó
un reto personal en varios frentes, comenzando
por el de vencer mi terrible soroche!
Lo hice consultando con un médico, primo mío, quien me recetó una combinación de remedios a
tomar por tres días desde el día anterior al viaje y esto me permitió hacer
repetidos viajes a Cusco sin sufrir ninguna molestia.
El
hotel se construyó en el terreno donde fue la casa familiar de mis clientes;
una ubicación privilegiada pues las habitaciones colindan con los jardines del
Korikancha, lo que les brinda unas vistas espectaculares desde sus
ventanas. El espacio dio lugar para
nueve habitaciones muy espaciosas; varían entre 27 y 32 m2, de las cuales hay
dos suites, una con sala y terraza y la otra con jacuzzi al aire libre y un par
de junior suites. En sus interiores, no
hay dos habitaciones idénticas, todas se diseñaron diferentes unas de otras,
aunque manteniendo un mismo estilo y siempre ofreciendo la misma sensación de
sencilla elegancia y confort.
El
diseño arquitectónico del edificio y su fachada es contemporáneo, por lo que mis clientes me pidieron mantener
ese estilo, pero incorporando algún elemento que les recordara siempre a sus
huéspedes que se encontraban en el Cusco y no en cualquier otra ciudad del
mundo. Con esto en mente, decidí como
punto de partida el colorido del hotel.
Escogí como color de base el gris cálido en diferentes intensidades para
revestimientos de pisos y paredes -
color siempre presente en la piedra local - y los
colores naranja y fuchsia como complementarios,
para incorporar el colorido del vestuario local a la decoración. Los pisos de la Recepción y del Restaurant
contiguo se revistieron en porcelanato topo oscuro, las paredes se pintaron y/o
revistieron en tonos similares y los muebles de las áreas públicas se vistieron
con tapices en los alegres tonos del fuchsia y naranja. Espejos en formato grande revistieron
algunas paredes del Restaurant y otros tres, enmarcados al estilo colonial y en
pan de oro, adornan la entrada al Hotel.
Las escaleras y pasillos que llevan a las habitaciones se alfombraron en
lana de alpaca con oveja en diseño mío y fabricadas a medida; estas también
muestran el color gris cálido de base y diseños geométricos en naranja y
fuchsia. Faroles de formato grande
cuelgan de la doble altura en la Recepción y Restaurant.
Encontré
un trabajo hecho en Cusco por la fotógrafa Mylene D´Aubriol y de este escogí
retratos de hombres, mujeres, niñas y niños, con ropa típica cusqueña y en los colores
deseados para decorar todas las habitaciones.
Así mismo escogí imágenes de rumas de mantas coloridas para los
corredores y pasillos. Para el
Restaurant del hotel opté por fotografías de otros retratos igualmente
coloridos, en formatos mayores; todas las fotografías usadas fueron laminadas
sobre celtex y enmarcadas con pan de oro.
También mandé a confeccionar dos
cajas enteramente revestidas en láminas de pan de oro y frontis de vidrio, para
mostrar allí dos preciosos arreglos de
ramas y flores de papel del artista Federico Bauer; estas cajas fueron ubicadas
en el Restaurant y en la sala de la Suite principal.
Los
baños los diseñé muy sobrios, todos en porcelanato blanco para pisos y paredes
y tableros de mármol Marquina, negro con vetas blancas; la ropa de cama y baño
fue elegida teniendo el máximo confort del huésped, para lo que especifiqué
únicamente sábanas de 500 hilos.