sábado, 9 de agosto de 2014

BOUTIQUE HOTEL ATIQ





Recientemente terminé un proyecto de interiores que me dio mucha satisfacción personal y en el que disfruté muchísimo.   Se trata del Boutique Hotel Atiq, en la ciudad del Cusco.  
Representó un reto personal en varios frentes,  comenzando por el de vencer mi terrible soroche!   Lo hice consultando con un médico, primo mío,  quien me recetó una combinación de remedios a tomar por tres días desde el día anterior al viaje y esto me permitió hacer repetidos viajes a Cusco sin sufrir ninguna molestia.
El hotel se construyó en el terreno donde fue la casa familiar de mis clientes; una ubicación privilegiada pues las habitaciones colindan con los jardines del Korikancha, lo que les brinda unas vistas espectaculares desde sus ventanas.   El espacio dio lugar para nueve habitaciones muy espaciosas; varían entre 27 y 32 m2, de las cuales hay dos suites, una con sala y terraza y la otra con jacuzzi al aire libre y un par de junior suites.   En sus interiores, no hay dos habitaciones idénticas, todas se diseñaron diferentes unas de otras, aunque manteniendo un mismo estilo y siempre ofreciendo la misma sensación de sencilla elegancia y confort.  
El diseño arquitectónico del edificio y su fachada es contemporáneo,  por lo que mis clientes me pidieron mantener ese estilo, pero incorporando algún elemento que les recordara siempre a sus huéspedes que se encontraban en el Cusco y no en cualquier otra ciudad del mundo.   Con esto en mente, decidí como punto de partida el colorido del hotel.   Escogí como color de base el gris cálido en diferentes intensidades para revestimientos de pisos y paredes -  color siempre presente en la piedra local -  y  los colores naranja y fuchsia como complementarios,  para incorporar el colorido del vestuario local a la decoración.    Los pisos de la Recepción y del Restaurant contiguo se revistieron en porcelanato topo oscuro, las paredes se pintaron y/o revistieron en tonos similares y los muebles de las áreas públicas se vistieron con tapices en los alegres tonos del fuchsia y naranja.   Espejos en formato grande revistieron algunas paredes del Restaurant y otros tres, enmarcados al estilo colonial y en pan de oro, adornan la entrada al Hotel.   Las escaleras y pasillos que llevan a las habitaciones se alfombraron en lana de alpaca con oveja en diseño mío y fabricadas a medida; estas también muestran el color gris cálido de base y diseños geométricos en naranja y fuchsia.    Faroles de formato grande cuelgan de la doble altura en la Recepción y Restaurant.
Encontré un trabajo hecho en Cusco por la fotógrafa Mylene D´Aubriol y de este escogí retratos de hombres, mujeres, niñas y niños, con ropa típica cusqueña y en los colores deseados para decorar todas las habitaciones.   Así mismo escogí imágenes de rumas de mantas coloridas para los corredores y pasillos.  Para el Restaurant del hotel opté por fotografías de otros retratos igualmente coloridos, en formatos mayores; todas las fotografías usadas fueron laminadas sobre celtex y enmarcadas con pan de oro.    También mandé a confeccionar dos cajas enteramente revestidas en láminas de pan de oro y frontis de vidrio, para mostrar allí  dos preciosos arreglos de ramas y flores de papel del artista Federico Bauer; estas cajas fueron ubicadas en el Restaurant y en la sala de la Suite principal.
Los baños los diseñé muy sobrios, todos en porcelanato blanco para pisos y paredes y tableros de mármol Marquina, negro con vetas blancas; la ropa de cama y baño fue elegida teniendo el máximo confort del huésped, para lo que especifiqué únicamente sábanas de 500 hilos. 
Se fabricó además una vitrina en el pasillo entre la Recepción y el Restaurant, para mostrar a la venta trabajos de celebrados artistas cusqueños como, entre otros,  Tater Vera y familia Mendivil.