Es
algo que todos nos preguntamos cuando pensamos en hacer cambios en nuestros
interiores; hago cambios en el color?
Qué tonos debo usar para las paredes y para los tapices? Hago uso de colores fuertes o me limito a
los suaves? Mezclo colores o no? Estoy de acuerdo en que no es una opción
fácil, sobre todo considerando que es una decisión con la que se vivirá por un
buen tiempo. En realidad es una cosa muy personal y
dependerá del estilo y de la estética de la casa y por supuesto del gusto de cada uno y de lo que se desea
conseguir; ya sea un ambiente relajado,
o dramático, o balanceado.
El
uso de blancos, en sus diferentísimas opciones de tono y matiz, es siempre una opción
segura y funciona bien pues resalta las
texturas y la luz natural de los ambientes.
Combinar diferentes blancos calientes o fríos, o mezclarlos entre ellos,
resulta invariablemente en un look sofisticado y elegante.
Los
colores neutros son los más versátiles pues permiten una infinita variedad de
combinaciones y como color de fondo
resaltan muy eficazmente el arte, el
mobiliario y los objetos decorativos.
Los grises fríos como el acero, plata y grafito, o los marrones
calientes como el chocolate y el caramelo, moca y cognac, son todos ejemplos de maravillosos colores
neutros.
Ya
el uso de los colores primarios, es decir, el rojo, azul y amarillo y sus
diferentes combinaciones, debe ser planeado con cuidado para que el resultado
sea vivible y no estridente. Pero ten
siempre en mente que una buena dosis de color hará de tu casa una casa feliz
pues el color es parte de la vida. No
le tengas miedo al naranja sobre todos los colores; el turquesa, el lima y la
mezcla de rojo con chocolate son todos antídotos contra la depresión y la
tristeza, una terapia! Ya sea en
paredes puntuales, o dosificados convenientemente a través de las telas y los
objetos, los colores primarios pueden
convertir cualquier cuarto en un espacio cálido y muy especial.